Religión o ateísmo

Publicado el 24 de agosto de 2023, 10:26

Yo nací a finales de los años 70, justo cuando en España nos encontrábamos saliendo de un régimen de gobierno que tenía la religión como una de sus principales señas de identidad. Y eso, por supuesto, marcó mi infancia. Fui a clases de religión durante toda la educación primaria, hice la catequesis, la primera comunión y no había domingo que mi abuelita, que en paz descanse, no me llevara a misa.

Sin embargo, al mismo tiempo, a modo de contraste, había a mi alrededor un desapego creciente hacia cualquier cosa que oliese a religión. En la televisión, el cine, la música, los cómics, si salía el tema de la religión, solía ser en clave de humor, y los personajes religiosos se mostraban exagerados y sesgados, hasta el punto de caer en el ridículo. Esto, unido a un empoderamiento brutal del cientificismo en todas las áreas de nuestra vida, hizo que la mayor parte de mis familiares, amigos, incluso yo mismo, termináramos alejándonos de la religión, renegando de ella incluso en favor de eso que algunos llaman "ciencia". Y así hasta hoy, que resulta casi imposible tener una charla sobre teología o espiritualidad con prácticamente nadie de mi generación o, menos aún, con alguien más joven que yo.

¿Qué es lo que quiero decir con esto? Pues que, en el fondo, cuando los curas nos dicen que somos el “rebaño de Dios” o los políticos y periodistas nos hablan de conseguir la “inmunidad de rebaño”, tienen bastante razón. Nos dejamos llevar como un auténtico rebaño de acá para allá sin cuestionarnos absolutamente nada. “Ahora todos cristianos”, “ahora todos ateos”: y ahí estamos, todos a una, como en Fuenteovejuna, yendo a misa religiosamente o cagándonos en la religión, según toque.

Y es que, tanto lo uno, como lo otro, me parece igual de negativo, puro control de las élites sobre el pueblo. La mayoría de los cristianos es manipulada, en mayor o menor medida, por una institución que se arroga el privilegio de mediar entre Dios y nosotros. Puro pastoreo que forja individuos crédulos y manipulables. Eso muchos lo tenemos claro. Pero es que quienes se consideran ateos tampoco se quedan atrás. Basta con que la televisión o la prensa digital les diga “un estudio científico ha demostrado...”, para que se traguen por sistema cualquier cosa que se les cuente a continuación. Y su caso es más grave, si cabe, que el de los religiosos. Porque, el camino del ateísmo los aleja además de algo muy importante y que yo considero uno de los principales pilares de nuestra existencia: la espiritualidad.

"Muy bien, Vicente", estaréis diciendo algunos. Ni religiosos, ni ateos. ¿Cuál es tu punto, entonces?" ¿Mi punto? Muy sencillo: alejarnos, en la medida de lo posible, de instituciones (iglesias, gobiernos, mass media...), pero sin renegar por ello de la espiritualidad, sino buscando por cuenta propia nuestro camino interior.

Sí, creo sinceramente que la espiritualidad es una de las principales cualidades que tiene el ser humano y considero importante que dediquemos tiempo y esfuerzo en cultivarla. Y esto no es algo que puedan hacer los demás por nosotros. Se trata de tu propio camino y no existe una regla matemática para recorrerlo. De hecho, no creo que existan dos personas que te respondan lo mismo cuando les preguntes "¿qué es la espiritualidad?", salvo si pertenecen a una iglesia o secta donde les dicten la respuesta para que la reciten como dogma.

Y, a propósito de esto, hay algo que me gustaría pedirte: puede suceder que, en algún momento de tu camino de aprendizaje y crecimiento espiritual, te topes con alguien sabio que tal vez pueda servirte de referencia. Eso está bien: aprovéchalo. Pero, esto es importante, no lo conviertas en tu gurú. No te hagas dependiente de esa persona, porque, de este modo, dejarías de aprender y te limitarías a imitar sus palabras y comportamientos. 

¿Habéis escuchado ese koan que dice "si te encuentras a Buda en el camino, mátalo"? Meditad sobre él profundamente y tal vez os sirva.

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