
Hace unos días, escuché que las residencias de ancianos en España están completamente ocupadas y que resulta bastante difícil encontrar plaza en alguna de ellas. Esto, a mi parecer, es una muy mala noticia. ¿Qué digo mala? ¡Nefasta! Pero no por lo que seguramente estáis pensando.
Dejando a un lado lo que yo pueda opinar sobre esos lugares o sobre quienes alegremente dejan allí aparcados a sus padres y abuelos, esos seres que durante años los cuidaron, los alimentaron, los asearon. los vistieron y les dieron cuanto tenían desde un amor incondicional, me asalta sobre todo una pregunta:
¿Pero es que no habéis aprendido nada?
Por mucho que os creyerais el relato oficial sobre lo que sucedió en la primavera de 2020, ¿acaso no visteis lo que sucedió entonces con los ancianos en las residencias? Los encerraron en sus habitaciones durante semanas, sin la menor explicación y, en muchos casos, sin agua, comida ni los medicamentos de los cuales dependían.
¿Sois capaces de imaginaros su sufrimiento, su desconcierto, su desorientación? Sobre todo en el caso de quienes sufrían alzheimer o alguna otra enfermedad neurodegenerativa. Cuando, a finales de marzo de 2020, el ejército tomó el control de las residencias para fumigar a los ancianos como si de insectos se tratara (eso tampoco lo olvidemos), se encontraron un escenario prácticamente apocalíptico, con cientos de personas desnutridas, yaciendo moribundas entre sus propias heces y vómitos o, directamente, muertas en sus habitaciones.
"Ya, pero eso fue en 2020", diréis. "Ya no va a volver a suceder". ¿Estáis seguros? Desde los mass media y el ámbito político, no han parado desde entonces de tantearnos una y otra vez con amenazas de una nueva pantomima sanitaria (con variantes, subvariantes e incluso virulencias procedentes de simios). Y todo apunta a que, ahora, con lo que está sucediendo en la India, hay bastantes posibilidades de que dé comienzo un segundo acto a nivel mundial, seguramente, bastante peor que el anterior. Porque hacerlo lo harán, tarde o temprano. Lo del cobicho 19 fue sólo un ensayo general para poner a prueba la obediencia de la gente y, también, para inyectar a la población lo que, en esta segunda parte, provocará unas cifras nunca antes vistas de enfermedad y muerte.
Así que voy a preguntároslo de nuevo: ¿Pero es que no habéis aprendido nada?
Yo de vosotros, iría cagando leches a sacar a mis mayores de la residencia en la que tan irreflexivamente los confinasteis y, una vez los tuviera en casa, me arrodillaría ante ellos, abrazaría sus piernas y rogaría su perdón. Perdón por mi egoísmo, perdón por mi inconsciencia y, sobre todo, perdón por mi incapacidad para protegerlos y cuidarlos cuando más me necesitaban, como ellos hicieron conmigo.
Pero, claro, eso es lo que haría yo, que me percibo y quiero considerarme un verdadero ser humano. ¿Vosotros también? Entonces, meditad, por favor, sobre lo que os he dicho hoy.
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