6 motivos para no celebrar el Año Nuevo

Publicado el 29 de diciembre de 2023, 17:06

¡Seguimos con las celebraciones! Todavía con la resaca de la Nochebuena y la Navidad y ahora toca la repetición de la jugada: la cena de Nochevieja y la comida de Año Nuevo.

¿De verdad son necesarios tantos excesos? ¿No tuvisteis bastantes ya? Este año se me está haciendo largo, muy largo. ¡Oye! ¿Y si lo dejamos aquí y ya nos juntamos dentro de unos meses, para celebrar, qué sé yo, que hace cuatro años que el gobierno no nos encierra en casa?

Bueno, mientras lo pensáis, voy a daros algunos buenos motivos para no celebrar el Año Nuevo. A ver si consigo sembrar alguna que otra semilla de cordura en una o dos cabezas.

  1. El calendario gregoriano actual no es más que un convencionalismo social y, en él, el final de un año y el principio del siguiente no están fundamentados en ningún evento astronómico, como podrían ser el solsticio de invierno o el equinoccio de primavera. Ni tan siquiera coinciden con el perihelio de la astronomía heliocéntrica oficialista, previsto este año 2024 para el día 2 de enero.
  1. ¿Año nuevo, dónde? Será aquí, porque en otros lugares del mundo, con culturas o instituciones religiosas distintas a las del occidente capitalista, el año nuevo se celebra en fechas muy diferentes. Por ejemplo, en el caso del calendario chino, el próximo comienzo de año se corresponderá con el 10 de febrero de 2024, y en el del calendario islámico, el año nuevo está marcado para el próximo 6 de julio.
  1. Incluso la tradición de las 12 uvas es un engaño y una manipulación del sistema. Todos los años la misma tensión, los mismos nervios y, de vez en cuando, algún atragantamiento. ¿Y a cuento de qué? ¿Sabes siquiera por qué se hace?

Yo te lo cuento. Parece ser que, a finales del siglo XIX o principios del siglo XX, los viticultores alicantinos tuvieron un considerable excedente en la producción de uvas. Así que se inventaron la tradición de tomar una uva por cada campanada de Año Nuevo y la difundieron por medio de una potente campaña propagandística, con tanto éxito que, a los pocos años, ya se había convertido en casi una obligación.

Así que, si alguien te dijo que atiborrarte a uvas durante las campanadas da buena suerte o que sirve para empezar el año con buen pie, olvídate. La cosa sólo empezó para que a los viticultores no se les echasen a perder las uvas.

  1. ¿Cuántos de vosotros no os marcáis cada año “propósitos de Año Nuevo”, como dejar de fumar, mejorar vuestra alimentación, hacer más ejercicio o comenzar un proyecto laboral? Cada hipotético comienzo de año sirve a gran parte de la humanidad como excusa para no tomar las riendas de su vida cuando y donde lo requieren las circunstancias. Al contrario que eso, se contentan con posponer la toma de decisiones importantes y los cambios de hábitos para el comienzo del año siguiente, bajo la consigna de “año nuevo, vida nueva”.

Y, por cierto, esta práctica aumenta considerablemente la probabilidad de fracaso, ya que, cuando sólo se tiene una oportunidad al año para cambiar las cosas, la presión puede ser demasiado grande y, por lo general, se termina desistiendo a los pocos días, consolándose con la idea de que “ya lo intentaremos el año que viene”.

  1. No teníamos bastante con todo el derroche de Nochebuena y Navidad, que todavía toca gastar un buen montón de dinero más en un modelito para la cena, en la peluquería o en montañas de comida y bebida. Puro consumismo en definitiva.

Si, durante el resto del año, el consumismo es prácticamente una religión, por estas fechas se convierte en pura bacanal. Luego diréis que si “la cuesta de enero”, que si “hay que perder los kilitos de las navidades” y todos esos mantras que nos repetís cada año, cuando vuestros amos os dicen que se acabaron las celebraciones.

  1. Al final es más de lo mismo: hacer lo que se nos dice desde arriba, cuándo y cómo ellos quieren. Ya lo he dicho otras veces: somos seres humanos con voluntad propia, capaces de crear nuestras propias celebraciones y de encontrar nuestros propios motivos para reunirnos con nuestras personas queridas. Lo contrario es actuar con mentalidad de rebaño, que es justo lo que interesa al poder.

En fin. He dado seis motivos, pero hay muchísimos más. Continuar con esta maratón de consumo, empacho y borrachera es contraproducente para el bolsillo, para la paz mental y espiritual, para las relaciones familiares y para la salud en general. Al final, si lo pensáis bien, se celebra porque lo celebra todo el mundo y porque “es lo que toca”. Y también por presión social. Sobre todo por presión social.

Pensad en ello. Quizás haya llegado la hora de desmarcarse un poco de todo esto y de pasar estos días como nos dé la real gana, no como quieren los demás.

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